Ciudad encantada

David Casillas
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La actividad del programa 'Ávila Mágica' llenó la tarde y la noche abulense de ilusión, con el atractivo añadido de poder disfrutar de cuatro monumentos, dos de los cuales abrían por primera vez sus puertas al público

Ciudad encantada

Andaba ayer la ciudad entre dos luces, disfrutando y haciendo disfrutar de una de esas tardes apacibles en las que la calidez del verano se está dilatando perezosamente, cuando llegó la anunciada y esperada magia para transformar las calles del casco histórico en un escenario animado y vivo, sorprendente y participativo, que volvía a bullir de vida dando continuidad a otros dos intensos fines de semana aún no olvidados: el dedicado a las Jornadas Medievales y el ofrecido al mundo del Cir&Co.

Arrancó el programa de ‘Ávila Mágica’, que así se ha llamado a esta iniciativa que se suma a los actos de celebración del XX Aniversario del Grupo Ciudades Patrimonio de la Humanidad y que, muy coherentemente, suma al ilusionismo la invitación al disfrute del patrimonio monumental abulense, con la actuación en el Atrio de San Vicente del grupo de magia Los Taps, dúo que presentó el divertido y sorprendente espectáculo Boomer.

Esa bien medida mezcla de magia y humor, aderezada con una ligera crítica social, gustó mucho al público presente y sirvió de perfecto primer capítulo para el libro que se abría a continuación y cuyo epílogo llegará en la medianoche de hoy. Sólo hubo una pega, y es que con el patio de butacas hasta la bandera y abusando un poco de la música de Queen como telonero, el espectáculo comenzó con bastante impuntualidad, un retraso de media hora que cansó al respetable y que llevó a algún que otro miembro del público a hacer manifiesta su protesta con sonoros pitidos.

Poco después de la actuación de Los Taps, cinco magos se repartieron por las calles, plazas, terrazas y comercios del centro histórico de Ávila (varios de ellos se sumaron a la invitación del Ayuntamiento para abrir sus puertas hasta las doce de la noche, regalando a sus clientes un ticket que podía canjearse por un globo de helio e implicándose así en la «revitalización nocturna de la ciudad») para mostrar su arte interaccionando con un público al que además de divertir y hacer más agradable su estancia en la calle animaban a implicarse en sus números. Su entrega a la magia más cercana se prolongó durante tres horas, desde las nueve de la noche hasta el cambio del día.

Y no paró ahí la magia, ni mucho menos, ya que a las diez de la noche, de nuevo en el Atrio de San Vicente, comenzó un espectáculo también de mucho atractivo, en esta ocasión ofrecido por el argentino Christian Miró, que eligió para la ocasión Dementix, considerado su show más original, un espectáculo de mentalismo pero sin el cliché de mago de ceja levantada rebosante, además, de humor.

Tanto a este montaje como el de Los Taps, ambos muy aplaudidos, les avalaban los premios nacionales e internacionales cosechados recientemente por sus protagonistas, unos reconocimientos que demostraron ser muy merecidos.

patrimonio. Al mismo tiempo que Ávila se entregaba al ilusionismo se abrían las puertas de cuatro monumentos abulenses, la siempre presente Muralla, el Palacio los Verdugo, el Palacio de Caprotti (o de Superunda) y los hornos postmedievales, para ofrecer el acceso gratuito entre las 21,00 y las 24,00 horas. El interés era mucho, ya que dos de esos ejemplos de patrimonio singular, los dos últimos, eran por primera vez accesibles para la ciudadanía abulense… y los turistas.

Y por si eso fuera poco, a las nueve y a las diez de la noche, por cortesía de la Asociación de Guías de Ávila, se iniciaban dos visitas guiadas por esos cuatro monumentos antes mencionados, para que su conocimiento y disfrute fuese un poco mayor por ser más profundo.

La oferta, seductora, continuará hoy, similar a la de ayer aunque con distintos protagonistas en el capítulo de la magia.

Disfrútenlo.