Erdogan rompe el plan de paz

Agencias
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El presidente ve «imposible» continuar con el proceso de conciliación con los kurdos tras los últimos ataques del PKK, al que acusa de amenazar «la unidad e integridad nacional»

 
La escalada de la violencia en Turquía ha desembocado en la ruptura del proceso de paz con los kurdos, una situación a la que costó años llegar y que se ha roto, según el presidente del país, Recep Tayyip Erdogan, porque es «imposible continuar» el plan de diálogo y de conciliación con la milicia Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), de la que consideró que «amenaza la unidad e integridad nacional» tras los últimos ataques registrados.
El Gobierno de Ankara ha suprimido casi todas las formaciones kurdas durante los últimos años y ayer Erdogan fue más allá, al instar al Parlamento a quitar la inmunidad a los políticos relacionados con «grupos terroristas», en clara alusión al opositor Partido Democrático de los Pueblos (HDP), al que acusa de estar vinculado con el PKK, si bien no pidió su ilegalización.
El dirigente había impulsado en los últimos años un proceso de paz con la minoría y la guerrilla declaró un cese del fuego en 2013. Sin embargo, el grupo se atribuyó el asesinato de dos policías la semana pasada en venganza por la muerte de 32 personas en un atentado suicida perpetrado días antes contra una manifestación juvenil cerca de la frontera con Siria. 
Estos incidentes han llevado al Gabinete de Ankara a tomar represalias contra los kurdos, con bombardeos en el sur del país e, incluso, en territorios vecinos, como Siria. Sin ir más lejos, a última hora de la tarde, aviones de combate de la Fuerza Aérea otomana lanzaron varios ataques contra posiciones de la milicia en la provincia de Sirnak, una región montañosa fronteriza con Irak.
Erdogan insistió en que su país no dará «ni un paso atrás» en la denominada «lucha contra el terrorismo», en la que también se ha fijado como objetivos al Estado Islámico (EI) y a las Unidades de Protección Popular (YPG). «Es un proceso que continuará con determinación», aseveró, al tiempo que definió la actuación de su Ejército como una guerra contra los grupos extremistas «sin distinción». Para ello, anunció que ha abierto sus bases aéreas a la coalición liderada por Estados Unidos contra el EI y ha contado con el apoyo de Occidente en sus ofensivas contra los yihadistas en Siria y el PKK al norte de Irak.
Entre tanto, la comunidad internacional reconoció que Turquía tiene derecho a defenderse, pero pidieron a Ankara que no deje que los esfuerzos de paz con el PKK fracasen.
En una reunión extraordinaria de la OTAN, su secretario general, Jens Stoltenberg, mostró su «fuerte solidaridad» con el país otomano tras los ataques sufridos en su territorio. «El terrorismo supone una amenaza directa para la seguridad de los Estados miembros de la Alianza y para la estabilidad y prosperidad mundial», apuntó. «No puede ser tolerado o justificado en ninguna de sus formas y manifestaciones», agregó, al tiempo que indicó que Erdogan «no ha solicitado presencia adicional militar» del organismo en la nación.
Eso sí, los Estados miembros manifestaron su preocupación por la estrategia del Ejecutivo de Ankara de combatir internamente a los kurdos a la vez que luchar contra el Estado Islámico.