Jacinto Herrero y Vicente Martín, dos poetas abulenses que, en distintos momentos y con distintos estilos, dejaron una huella honda en la poesía abulense y cuya muerte aún está relativamente cercana, son los protagonistas del último número de la revista cultural El Cobaya, un volumen que ha sido dedicado a agradecerles el enorme regalo que nos dejaron en forma de versos y a reivindicar su memoria, para que quienes no les han olvidado ni les olvidarán (que son muchos) tengan un poco más viva su memoria, y para que quienes no les conociesen lo suficiente tengan a su disposición un cuidado ‘prólogo’ que les sirva de guía para adentrarse en la riqueza de su obra, que lógicamente va mucho más allá de lo mucho que ofrece la revista en su limitado espacio.
Ese número de El Cobaya, cuyas páginas centrales sirven también para que los miembros del consejo de redacción de la revista –José María Muñoz Quirós, Sonsoles Sánchez-Reyes, Roberto Rodríguez, Carlos Aganzo, Eduardo Garcinuño, José Pulido y Daniel Zazo– compartan con los lectores algunas de sus creaciones literarias, algunas de ellas inéditas, fue presentado ayer en el Episcopio, en un acto en el que participaron varios de los autores de los textos que llenan la revista, en cuya voz (y en la de otros) sonaron los versos de los poetas homenajeados.
José María Muñoz Quirós, director de El Cobaya, aseguró que este nuevo número está, como lo estuvieron los anteriores, «lleno de ilusión» y de ganas «de ofrecer nuevas visiones de las cosas», y que con él se salda «una deuda» que teníamos «con estos dos poetas magníficos». Sonsoles Sánchez-Reyes, por su parte, definió a El Cobaya como «la voz literaria de Ávila, una voz que hay que escuchar» y que en esta ocasión «ofrece un número completísimo y especialmente cuidado».
De Jacinto Herrero y de Vicente Martín, fallecidos respectivamente en 2011 y 2012, ofrece El Cobaya un amplio y muy comprensible estudio de su obra, que se reparte en reflexiones complementarias realizadas por diferentes escritores, y también una antología de su poesía, dos puertas abiertas a unas obras muy ricas que invitan, desde el pequeño deslumbramiento que pueden producir esas selecciones obligatoriamente breves, a adentrarse en dos mundos poéticos muy personales y muy capaces de despertar en el lector la emoción de la belleza y la hondura estética e intelectual.
El acto, en el que el espíritu de Jacinto Herrero y Vicente Martín volvió a escucharse en la voz de sus amigos, se completó con la música, tan acertada en estas citas, que interpretaron Anabella (guitarra) y María Rodríguez (violín).