Ganaderos de leche con el agua al cuello

Mayte Rodríguez
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Cuatro ganaderos abulenses narran en primera persona a este diario cómo están viviendo la alarmante crisis por la que atraviesa el sector lácteo

A sus cincuenta años y después de una vida entera dedicado   a «un oficio que no conoce de fines de semana ni días de fiesta», el ganadero Jesús Maganto no puede evitar que se le quiebre la voz al narrar las penurias por las que atraviesa la explotación de vacuno de leche que lleva junto a su hermano, formada por «cien vacas de ordeño» y situada en Las Navas del Marqués. A medida que habla, la desesperación se apodera de sus palabras. «No podemos seguir por más tiempo, vamos a tener que cerrar, nos están pagando el litro de leche a 0,27 euros y producirlo nos cuesta 0,36 euros, ¿cómo vamos a vivir así?», se pregunta en tono de lamento mientras recuerda que son más de cuatro los meses que acumulan recibiendo precios irrisorios por la leche que producen sus vacas, «que encima tiene que ser de altísima calidad porque, eso sí, la industria paga fatal pero nos exige que el producto sea de primera», revela. Jesús comprende esa condición «porque es para consumo humano», pero reclama que «se nos paguen precios dignos por ello».
Él es uno de los 199 ganaderos de vacuno de leche que mantienen su explotación en la provincia de Ávila, pero esa cifra se reducirá considerablemente si no se consigue dar un vuelco a la alarmante situación del sector, que estos días está dando lugar a movilizaciones conjuntas por parte de todas las organizaciones agroganaderas.

En el negro vaticinio de que el sector corre  un serio peligro coinciden los cuatro ganaderos abulenses consultados por este diario, que bien pueden representar a un gremio cuya continuidad peligra   desde que la eliminación de las cuotas lácteas decretada por la Unión Europea acabó de ponerle la puntilla. «Es un error», afirma Mariano Rodríguez, ganadero de Albornos, «porque antes nuestra producción estaba limitada y ahora, al no tener topes, las industrias hacen y deshacen a su antojo, tienen la sartén por el mango», afirma.

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