La historia invisible de la villa

Javier Andrés
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Más de 250 arevalenses y turistas disfrutaron de las visitas turísticas nocturnas este sábado en Arévalo

La historia invisible de la villa

Un pueblo que está bien informado sobre su historia conservará el legado que sus antepasados les han dejado, restaurará lo que está en deterioro y recordará lo que en un tiempo pasado fueron. Con esta idea, el cronista oficial de la ciudad de Arévalo, Ricardo Guerra, comenzó la segunda sesión de las visitas turísticas nocturnas de este año, que tuvieron lugar en los históricos espacios de la ciudad de Arévalo. «Que la gente recuerde la historia de Arévalo y no se olvide de lo que ha sido esta ciudad, eso es un valor y me enorgullezco de ver a gente que ha sido fiel todos los años», explicaba conmovido Guerra.

La segunda sesión de las visitas turísticas nocturnas de la capital de la Moraña se celebraron este sábado a la caída de la noche de la mano de Ricardo Guerra, cronista oficial de Arévalo, y Ricardo Ungría, alcalde en funciones de la localidad. Guerra explica para este diario que las visitas turísticas nocturnas nacieron «en un congreso de antiguos alumnos de Salesianos reunidos en Arévalo, a los que enseñé algunos lugares religiosos e hice de guía; por lo que salieron tan encantados de las explicaciones que me propuse hacer unas visitas turísticas durante el verano, y ya se cumplen 30 años». Según datos facilitados por la organización, fueron 260 personas las que, en esta ocasión, disfrutaron de la historia general de la ciudad, explicaciones de la arquitectura, la pintura y la escultura que acogen algunos templos religiosos y un completo anecdotario de los quehaceres de una villa medieval llena de vida. El recorrido comenzaba a las 22,00 horas en la iglesia de San Salvador, una de las sedes que el pasado año acogieron la exposición de las Edades del Hombre ‘Credo’. Allí, el tiempo se paraba, ante la mirada cansada de la gran escultura de hierro ‘Carmen dormida’ y os asistentes esperaban que los ponentes comenzaran su amena charla y que se pudiese visitar el tan esperado templo, que permanece cerrado el resto de días. Todavía se conservan en el interior de la iglesia algunos elementos que recuerdan que este edificio religioso acogió alguna vez la exposición de las Edades del Hombre: algunas luces en el techo, un suelo enmoquetado, y algún que otro cartel que servía a modo de ‘chuleta’ para los guías. El templo resume a la perfección el estilo mudéjar, tan característico en la localidad y la comarca de la Moraña, con un exterior de ladrillo intercalado con piedra de la zona y con un interior de rico artesonado de madera, frescos y piedra. Un estilo cristiano, pero con clara influencia de los árabes, que por aquel entonces eran los encargados de levantar estos santuarios. Esta edición de las visitas turísticas nocturnas lleva por título ‘Alfonso VIII y Arévalo’, por lo que, nada más comenzar la visita, Ricardo Guerra explicó que hay varios elementos que unen al rey de Castilla con la ciudad. «El desarrollo de Alfonso como monarca estuvo estrechamente relacionado con el desarrollo de Arévalo, tanto es así que ayudó a la villa a destacarse en estas tierras, además promovió la construcción de la muralla, favoreció la creación de numerosas iglesias ycreó el escudo originario de la ciudad», expresó el cronista de la ciudad.

La siguiente parada fue en la Plaza del Arrabal, que en la Edad Media fue mercado de extramuros en el que vivían principalmente árabes y judíos. Tanto es así que una de las calles cercanas lleva por nombre calle principal de la Morería. La tercera parada fue el Arco del Alcocer, la puerta principal de la muralla que aun hoy en día se conserva. Allí los dos Ricardos explicaron que la muralla de Arévalo, de la que se conservan algunos restos, se cierra en la zona en la que se hace más estrecha de forma natural por los ríos Adaja y Arevalillo, por lo que quedaron algunos barrios fuera de la villa fortalecida. Las dos siguientes paradas fueron la plaza del Real y la calle de Santa María, en la que los ponentes explicaron la importancia de algunos personajes ilustres, tales como Eulogio Florentino Sanz y Emilio Romero, y de las familias nobiliarias de los Sedeño y Ronquillo.

Para entrar en la iglesia de Santa María La Mayor, los asistentes se tuvieron que dividir en dos grupos debido al reducido tamaño del templo sacro, una iglesia con un rico artesonado de madera de estilo árabe y un fresco de un pantocrátor en la bóveda de su cabecera. Al tiempo, por su parte, Ricardo Ungría explicó la historia de su plaza más medieval, la plaza de la Villa; además de la historia de la que podría ser, según la teoría que sostiene el alcalde en funciones, un templo compartido entre árabes y cristianos, de ahí que tuviera dos torres, una de ellas con elementos arquitectónicos que recuerdan la cultura árabe. Por último, los asistentes al evento pudieron acceder a la iglesia de San Miguel y disfrutar del rico retablo de 13 pinturas y 6 esculturas del que dispone este templo, abierto en la época estival.

La siguiente parada prevista era el puente de Medina, que en último caso no se pudo ver porque las luminarias estaban en ese momento de la noche apagadas. Finalmente, la parada terminó en el monumento en honor a Isabel la Católica, frente al arco del Alcocer, lugar que Ricardo Guerra aprovechó para hablar de la que fuera reina de Castilla. «Como a todos nos ocurre, la casa de nuestros padres siempre es nuestra casa, y es por todos sabido que la madre de ‘Isabelita’ vivió durante largos años en la villa, por lo que la reina así lo reconocía con una de sus frases: ‘La mi villa de Arévalo’», explicó Guerra. Los asistentes a las visitas turísticas nocturnas cerraron esta edición con un caluroso aplauso agradeciendo a la voz apagada de Ricardo Guerra y a la voz, a veces institucional, de Ricardo Ungría, por su labor inestimable de acercar el patrimonio y la historia más desconocida de la ciudad.