Se acaba la XI Legislatura. Esta medianoche se disuelven las Cortes, por lo que tendrá el honor de ser la más corta de la democracia después de que los líderes de los partidos no hayan sabido administrar, y puede que ni entender, el mandato de los españoles hace más de cuatro meses.
Los políticos vuelven a poner en manos de los ciudadanos la solución al bloqueo institucional tras cuatro meses de infructuosas negociaciones entre los distintos partidos salidos de las elecciones del 20 de diciembre. Unos resultados que dibujaron un panorama «endiablado», como lo califica el analista político de Sigma Dos, Manuel Mostaza Barrios, ya que nunca antes cuatro partidos habían obtenido 40 o más escaños en el Congreso.
Sin embargo, la sociedad volverá a las urnas con el contador a cero, pero con matices importantes, ya que lejos de tratarse de una segunda vuelta, estas elecciones, que se prevén para el 26 de junio, tienen diferencias importantes con respecto a las del 20-D. La información que se posee para acudir a las urnas no se limita a la ofrecida por los grupos en la campaña electoral. Ahora el votante conoce los movimientos y esfuerzos que son capaces de hacer unos y otros por la estabilidad del país, o por la búsqueda de un nuevo Ejecutivo. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, lo expresó a su manera con esta frase: «Ahora nos conocemos todos un poquito más», dejando a las claras que habrá trasvase de sufragios entre formaciones.
Elementos de juicio que ahora sí tenemos como «la actitud que ha tenido Ciudadanos de intentar que hubiera un Gobierno frente a la de Podemos de no querer apoyar un Gabinete si no se atendían sus demandas», aclara Mostaza, que incide en que «ya no podemos hablar de virginidad política de ninguno de estos dos partidos».
Tanto desde Sigma Dos como desde Politikon advierten de que aún es pronto para determinar aproximaciones rigurosas para los resultados de los comicios de junio. Sin embargo, con las encuestas que, a día de hoy, tienen entre manos, todo indica que volveremos a carecer de mayorías absolutas, con la certeza de que un ligero vaivén -de apenas escasos diputados-, puede dar al bloque de derechas o al de izquierdas una mayoría suficiente para lograr el poder. En el detalle estará la clave, porque aunque los resultados sean similares en posiciones, pueden mover mucho las cosas en lo cualitativo, hasta el punto de que «una pequeña variación en el PSOE puede apuntalar a Pedro Sánchez o cavar su tumba», ejemplifica Mostaza.
Mayor abstención. En todo caso, eso vendrá después de los resultados. Hoy Simón hace referencia a lo que llama la dinámica del acordeón. Es decir, los acercamientos entre partidos que se han visto estos meses se convertirán en distanciamientos con la nueva campaña -ya que cada uno volverá a buscar su espacio propio-, para hacer converger sus posturas de nuevo a partir del 27 de junio.
Uno de los elementos a tener más en cuenta en esta nueva convocatoria electoral será la abstención, ya que buena parte de la ciudadanía ha mostrado su desánimo y hastío después de cuatro meses de negociaciones infructuosas. Se aprecia cierto «cansancio electoral», y ambos analistas coinciden en que puede haber menos papeletas en el interior de las urnas. «Probablemente, estemos ya muy cerca de nuestro suelo de participación después del 69 por ciento que se registró en los pasados comicios», apunta Simón. Por eso, la bajada no será especialmente brusca, aunque sí que «puede hacer más daño a la izquierda que a la derecha porque tarda más en movilizarse y, a última hora, puede decidir quedarse en casa».
El punto positivo lo ponen en que «unas terceras elecciones no va a haber». «Cambiarán votos y cambiarán escaños», apunta Simón, lo que sumado a la «presión de los organismos internacionales y de los socios europeos», señala Mostaza, debería obligar a consensuar ese nuevo Gobierno a partir del 26-J. ¿Habremos aprendido todos la lección?