Pese a ser bastante conocida en Ávila no solo gracias a la librería que regenta sino también por su faceta musical Gemma Orgaz no es ni mucho menos una persona con muchos seguidores en redes sociales y de hecho asegura que sus publicaciones, como mucho, no suelen alcanzar los 50 ‘me gusta’. Por eso cuando en la noche del pasado 11 de septiembre después de muchas horas detrás del mostrador de la librería que regenta en el Paseo de San Roque de la capital abulense escribió sus «reflexiones» de librera lo hizo pensando que las mismas solo llegarían a sus amigos, que por otra parte son conscientes de los esfuerzos y el trabajo extra que para las librerías supone el principio de curso. Sin embargo cuando horas después vio que su publicación, que arrancaba con un «no hace falta que la pauta de un cuaderno sea de 3,5 para que un niño escriba bien», había sido compartida ya por más de 5.000 personas la sorpresa fue mayúscula. Pero no quedó ahí la cosa porque a día de hoy la publicación «basada en la opinión personal de una librera» se ha convertido en viral y ya son más de 10.600 las personas que han compartido en su muro de facebook lo que «agotada» la propietaria de la Librería Letras escribió aquella noche tras cerrar las puertas de su negocio sin poder ofrecer a algunos clientes lo que venían pidiendo.
«Estaba agotada de dar durante todo el día explicaciones a padres que llevaban horas esperando la cola en esta librería, y antes en otras, para encontrar un artículo escolar determinado de un color determinado que pedía un profesor determinado», explica Orgaz el porqué de ese desahogo público en redes sociales que, precisa, «en ningún momento tuvo por objetivo criticar a toda la comunidad educativa y generalizar diciendo que todos los profesores hacen la vida imposible a los padres; ni mucho menos». Es más, por lo general está bastante de acuerdo esta librera con el material que a principio de curso piden los profesores, asegurando de hecho que su queja en facebook no iba tanto dirigida a la petición de marcas y al gasto en material sino que se dirigía a «esas peticiones tan específicas, tanto en colores y formas, que a veces son imposibles de encontrar». Así, recuerda como el primer día de colegio llegaron a su librería muchos padres «desesperados» con niños «agobiados» por conseguir todo el material escolar que debían de llevar al día siguiente y entre cuyos artículos «había un cuaderno de una marca determinada, con una cuadrovía determinada y un color determinado que no existe en el mercado». Sin embargo, reconoce Gemma Orgaz que esos casos «son puntuales» y que sus críticas «no tenían ni mucho menos la intención de tirar por tierra el trabajo de los profesores» sino simplemente pedir «una tregua a aquellos profesores que nos lo ponen un poco difícil a los libreros» y decirles que «si piden algo muy específico se enteren bien de que eso existe en el mercado y den tiempo para que los padres puedan comprarlo y los libreros encontrarlo».