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Ana Agustín
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Las procesiones de La Esperanza y el Cristo de la Ilusión volvieron a salir el Lunes Santo y a protagonizar uno de los momentos más bonitos de la Semana Santa, el encuentro que tuvo lugar en la plaza de la Catedral

A la hora casi prevista se produjo el encuentro entre la Madre y el Hijo. La Virgen de la Esperanza y el Cristo de la Ilusión comenzaron su saludo pasadas las 22,20 horas ante la mirada atenta de cientos de personas que se congregaron este Lunes Santo en la plaza de la Catedral. Ella con pasos cortos, el con otros más largos comenzaron un lenguaje especial aplaudido y muy sentido por todos los presente, que irrumpían en aplausos. Ella se inclinó y todo fue comprendido. No hacía falta  más que dejarse llevar.

salidas. La procesión de La Esperanza llegó este año con cambios, el principal el lugar de salida ya que debido a la exposición de Las Edades del Hombre que se encuentra en San Juan, los cofrades y sus pasos tuvieron que trasladarse a San Ignacio de Loyola.

Ese cambio no quitó ilusión ni expectación a una procesión que mantuvo una cuidada salida, este año plenamente de día. A las 19,00 horas se abrían las puertas de San Ignacio de Loyola para dar paso a los primeros cofrades de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza, que cuenta con 650 cofrades y toda la tradición que le da su existencia desde 1954.

Antes de la salida había habido tiempo para que los cofrades se prepararan en el interior del templo que está siendo su casa durante un año. Allí hubo una primera ‘levanta’ de la imagen de Nuestro Padre Jesús de la Salud en su Prendimiento, este año llamada por uno de sus braceros con su grito de «al cielo» y los primeros aplausos.

No fue una salida fácil la de este paso, ya que hubo que acostumbrarse a la nueva puerta y al escalón que hay en la salida. A pulso llevaron el paso, que tiene una importante altura con el olivo que acompaña a las dos imágenes, la de Jesús y la de Judas. Aún así se consiguió sacar a la imagen, animados por los aplausos de los asistentes, que pudieron escuchar el Himno de España y la ‘levantá’ ya en el exterior que se dedicó a «toda la gente que está y a los que nos ven desde el cielo» y pidiendo que Jesús haga honor a su nombre y «reparta salud» a su paso.

Un nuevo «¡Al cielo con él, señores!» sirvió para que el paso se elevara y pudiera comenzar su recorrido por la ciudad llevado por sus 36 braceros y con el acompañamiento de la Agrupación Musical Cristo Yacente de Salamanca.

Tras él llegaba uno de los momentos más esperados, el de la salida de Nuestra Señora de la Esperanza, en este caso con un paso de palio llevado por 32 cofrades. Como siempre se colocaron sobre mesas en los laterales para recibir a la imagen de la Virgen, primero cogiendo el palio y después esperando que se sacara, también a pulso, la imagen de Nuestra Señora. Más aplausos a la salida de esta imagen, con evidente emoción en algunos de los cofrades y con una primera ‘levantá’ muy especial ya que correspondió al obispo, Jesús García Burillo.

Con este honor se quiso agradecer al obispado que les haya cedido su iglesia durante este año, por lo que el obispo dio la orden para subir la imagen pidiendo a los cofrades que ellos también fueran al cielo. Nuevos aplausos llegaron tras esta subida, después de lo cual se terminaron de colocar los elementos de la Virgen, que marchó acompañada de la Asociación Musical Arriaga de Granátula de Calatrava. Ya con los dos pasos fuera del templo comenzó una larga procesión, que iniciaba un camino que la llevaría a unirse al Cristo de la Ilusión y que tuvo un momento especialmente emotivo cuando las monjas de Mosén Rubí dedicaron unos cantos al Cristo de la Salud, que fielmente acompaña a la Virgen en su camino al encuentro del Hijo.

Puntualmente, el Cristo de la Ilusión salía de su ermita, la del barrio que le venera, a las 20,45 horas, cuando las campanas comenzaban a replicar y las puertas del templo se abrían. Comenzaba un estudiado modo cuyo resultado no esperaba ser otro más que la salida de la imagen. El barrio entero estaba en la calle y la banda de música Santísimo Cristo a la Columna, ‘El Amarrado’, celebraba la salida con una marcha. Eran 24 los anderos que daban vida a esta imagen que comenzó un recorrido por escarpadas calles abulenses. La calle Francisco Gallego les dejaba casi sin aliento, que enseguida recomponían al llegar al Rastro, cerca de la madre ya. El Ilustre Patronato de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora de las Vacas, custodiaba al Cristo que, por la calle de la Muerte y la Vida, entró en la plaza de la Catedral donde su Madre esperaba.

Tras el espectáculo del encuentro, no solo emocionante sino bien trabajado, cada una de las tallas comenzó su recorrido de vuelta. Nada volvería a ser igual tras el encuentro, sin embargo. La Virgen inició un regreso por la pequeña calle que su hijo había atravesado poco antes hasta llegar a la iglesia de San Ignacio de Loyola y el Cristo de la Salud y el Cristo de la Ilusión reposó en la Catedral de Ávila tras un esplendoroso momento.

La 8 de Ávila retransmitió en directo estas dos procesiones, de las  más esperadas, y el encuentro de la Madre y su Hijo.