Charlamos con Pedro Fondevila, periodista zaragozano ya retirado, cuando está a punto de abandonar la última de las tres sedes abulenses de Las Edades del Hombre. Buen conocedor del mundo del arte, confiesa haber disfrutado mucho de todos los capítulos, por la calidad de las piezas y, sobre todo, por el hecho de poder disfrutar de todas ellas juntas.

«Pero sobre todo, si por algo me gustan estas exposiciones de Las Edades», reflexiona mochila al hombro, «es porque tienen una doble utilidad: el ver todo junto fácilmente y por lo que suponen de catalogación, restauración, puesta y valor y rescate de las piezas».

Se refiere, sobre todo, al hecho de que «a toda pieza que se restaura y cataloga prácticamente se le hace un seguro contra el robo, contra el descuido o el olvido».

Así, en su opinión, Las Edades del Hombre tienen un papel fundamental en la protección del arte sacro. «Esta exposición sirven para proteger el patrimonio», continúa con sus reflexiones antes de hablar sobre la protagonista de la muestra, Teresa de Jesús. «No conozco profundamente la vida de Santa Teresa», reconoce con sencillez, «yo soy profundamente agnóstico, cuando no ateo, pero me parece una figura muy interesante propia de la España barroca».

Así, para este zaragozano la figura de Santa Teresa se comprende en el marco de «un imperio, de una lucha contra el protestantismo. Lo luterano estaba allí», continúa con sus palabras, «y teníamos que hacer Trento.Todo esto es producto del Concilio de Trento».

Preguntado sobre si alguna de las piezas vistas le ha llamado la atención sobre el resto, Pedro reconoce «no ser de quedarse con una sola pieza.Cada una tiene su interés. Pero la Santa Faz delGreco me gusta y hay una colección de cristos impresionantes».

Pedro, que había pernoctado en Ávila y que habla maravillas de la gastronomía de la capital, iba a acercarse esa misma tarde a Alba de Tormes para cerrar la visita a Las Edades del Hombre. Antes, eso sí, tenía previsto recorrer el centro de Ávila para disfrutar de su patrimonio.