Robres expone desde ayer una representación de su pintura de influencia árabe, en un lugar bastante familiar para él: el patio del Palacio de Polentinos. No en vano Fernando Garrido Robres se formó como teniente de Intendencia en el año 1981, como recordaba el coronel de Intendencia José María Saéz Revilla, director del Archivo General Militar y del Museo de Intendencia. en la actualidad se encuentra retirado en acto de servicio.

La fuerza expresiva de su pintura sorprende a primera vista. Sus trazos difuminados, el color de sus cuadros, la luz; todo en su obra es sorprendente, impactante. No lleva en la pintura más que cuatro años, como el mismo autor reconoce, pero ya muestra una gran maestría en estos aspectos. Pintor autodidacta. Se encarga de elaborar su pintura por medio de tintas preparadas a base de pigmentos procedentes de piedras molidas que encuentra enn Marruecos. Como materiales para pintar utiliza huesos, bambú, plumas; todos elementos de la naturalza, como reconoce el propio autor, quien sostiene que con su pintura no pretende  mostrar aquellas cosas que le sorprenden del mundo árabe con el que convive, después de que se casara hace cinco años con una mujer marroquí.

Reconoce ‘modestamente’ que con su pintura no persigue otra cosa que conseguir «la inmortalidad». «Persigo que a Robres lo estudien los niños, los hijos de los nietos de mis nietos. No entré en la pintura para pasar el rato. Soy una persona muy especial y lo mismo que un caracol deja su huella por donde pasa, yo tengo que dejar mi huella en lo que hago». Su pintura es un reflejo de su personalidad, «es un medio para transmitir lo que siento», reconoce el autor.