Los especialistas coinciden en que La Santa era, sobre todo, escritora de cartas

Ana Agustín
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El grafólogo José Jiménez Praderas reveló en su ponencia la personalidad de Teresa, situada en un estado límite entre la neurosos y la psicosis, que bebe de ambas disfunciones psíquicas

Este martes, el V Congreso sobre las Cartas y Escritos Breves Teresianos que se celebra en el Cites centró su atención en el texto y contexto del Epistolario Teresiano, siendo la primera conferencia ‘El epistolario de Teresa de Jesús: autógrafos, copias manuscritas y primeros impresos’, una ponencia que corrió a cargo de Ana Garriga,  quien afirmó que «sin tratar de responder aquí con precisión a la tantas veces formulada pregunta de cuántas cartas escribió Santa Teresa, tarea arriesgada e inviable, quedémonos con que entre el tímido 1.200 que apuntaba Vicente La Fuente en su edición de 1861, escasamente gozaremos hoy día de la tercera parte de las que escribió y pasan ya de cuatrocientas las que se han logrado reunir en esta edición».

Sonsoles Sánchez Reyes le siguió en el turno de conferencias matutinas con un acercamiento a ‘El arte epistolar del renacimiento. Singularidad del epistolario teresiano’ donde afirmó que «es frecuente encontrar exégetas que afirman que el lenguaje epistolar de Santa Teresa es el más interesante de todos sus escritos y que Teresa de Jesús se configura literariamente, por encima de todo, como escritora de cartas». Añadió Sánchez Reyes que varias de sus obras se conciben como extensas cartas, dirigidas unas veces a sus carmelitas descalzas (Camino de Perfección o Las Moradas), y otras, como el Libro de la Vida, a corresponsales concretos como sus confesores fray Domingo Báñez y fray García de Toledo. El epistolario teresiano es una obra sorprendente, en cuanto síntesis de todos los escritos de la Santa, aunque se haya conservado sólo una mínima muestra, cercana al medio millar, de las quince mil cartas que podría haber escrito, casi en su totalidad durante los tres últimos lustros de su vida. También afirmó que «el epistolar es un género femenino por excelencia».

Tras una pausa a media mañana, tomó la palabra Juan José Jiménez Praderas, especialista grafólogo que con su ‘Estudio, revelaciones grafológicas en las cartas’ tuvo por objetivo determinar a través del estudio de la escritura que aparece en las cartas, si existían rasgos de personalidad que nos pudieran orientar hacia alguna disfunción física o psíquica, que padeciera Santa Teresa. Basándose en las estructurales de la personalidad según Bergeret, consideró que hay dos líneas estructurales estables de la personalidad, la línea neurótica y la psicótica.Entre estas dos líneas de desarrollo se sitúa una tercera que llama estados límite y concluyó que Santa Teresa, «permanece en una estructura de personalidad límite no descompensada «pero siempre en búsqueda de un equilibrio entre la necesidad que tiene de los demás y la soledad interior que requiere la vida que ha elegido». Una estructura psicótica no descompensada «es mucho más rica en potencial de creatividad, está más cerca de la realidad que un delicado carácter psicótico, que no tiene una estructura consistente, y la simula mediante realidades subjetivas y elaboradas, y que además es menos original y creativa. Dicha estructura psicótica no descompensada es más evidente en Santa Teresa, que posee un gran campo de creatividad, de impulso vital, y que no está trabada como sucede en el caso de la descompensación, por unos mecanismos de defensa psicóticos pobres y rígidos, que no hubieran permitido  ni un  matiz, ni siquiera en ideas relacionadas con  el pensamiento, la expresividad, no habría flexibilidad, y por tanto no se ajustaría el comportamiento y personalidad de Santa Teresa», explicó.

Ya por la tarde, Teófanes Egido, habló de ‘El «sistema» postal de la madre Teresa’, afirmó que la correspondencia de Santa Teresa se vio ayudada y, a la vez, condicionada por el sistema postal de su tiempo. Finalmente, Silvano Giordano con su conferencia ‘Calzados y Descalzos. Una relación difícil. Cartas al P. Juan Bautista Rubeo y al Rey Felipe II’, afirmó que en los años complejos en que los frailes descalzos fraguaron su identidad en relación con la orden, llenos de contrastes y de malentendidos, Teresa de Jesús declaró sus intenciones y proyectos al rey Felipe II y al general Juan Bautista Rubeo.