Va por ti, Nuria

A.S.G.
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Amigos y compañeros organizarán este sábado un particular homenaje para una persona que ha dejado huella en el deporte abulense. Un acto "sencillo" con el que recordar a una persona "generosa en el esfuerzo y generosa con los amigos"

Folleto del homenaje a Nuria Jiménez - Foto: Antonio Bartolomé

• A partir de las 18,30 horas la plaza de Santa Teresa será el punto de partida de una cita alrededor de la Muralla en la que Ávila recordará una deportista «muy querida».

El deporte unió sus vidas, y el deporte será la forma en que Ávila rinda homenaje a la memoria de Nuria Jiménez. Fue internacional, compitió al máximo nivel, pero quizás no será recordada por sus medallas o sus logros, sino por mucho más. Por encima de su figura como deportista, su figura como persona. Y eso es, en sí, lo más importante. Los podios pasan, los amigos no.  Y precisamente de la mano de sus más allegados este sábado –a partir de las 18,30– llegará el homenaje y el recordatorio a una persona que hizo del deporte, del esfuerzo, de la exigencia y de la dedicación, tanto dentro como fuera de las pistas de atletismo o los senderos de mountain bike, su razón de vida.

Una vida que quedaba truncada de forma repentina el pasado verano y que se quiere recordar este sábado en un homenaje «sencillo y sobrio» que llega de la mano de sus mejores amigos. Juan Ramón López, su entrenador; Alberto González, su masajista; Teodoro Hurtado, presidente del Club Puente Romanillos; sus familiares o sus compañeros de entrenamiento y amigos, como Jacqueline Martín, José Francisco Hernández, Yolanda García o Chemari Bustillo lo vivirán de forma especial.

No hace falta inscribirse para participar, «sólo hace falta que aquellos que acudan lo hagan de corazón, que lo hagan porque sienten a Nuria como algo suyo». Porque aunque será una prueba deportiva –a pie o en bicicleta– alrededor de la Muralla, ni los tiempos ni las posiciones importan.

Será un momento para recordar una persona «tan generosa en su esfuerzo como en su personalidad». Porque hablar de Nuria es hablar de exigencia, de esfuerzo, de entrega, pero también de amistad. Y precisamente esto último es lo que ha llevado a su grupo de amigos más íntimos a poner en marcha un homenaje «que había que hacer, era algo que la debíamos y Ávila no podía quedar sin hacérselo».  Por su forma de ser «seguramente no es lo que a ella le apetecería –intuyen porque Nuria no era una persona amiga de homenajes o reconocimientos– pero creemos que era necesario hacerlo por ella, por nosotros y por mucha gente que nos lo ha pedido porque la conocía». Amigos, conocidos, atletas y personas anónimas juntos en una cita muy especial.  Porque, ¿quién no conocía a Nuria Jiménez? Hacer esta pregunta en el mundo del atletismo y el ciclismo encontraría pocas respuestas negativas.

‘No está en vencer siempre, sino en no rendirse nunca’. Era la frase que protagonizaba su twitter y la que protagoniza el cartel de la cita de este sábado. No es una cita al azar. Sin duda alguna es una de las máximas en su vida y que resumen su forma de entender el deporte.

Hablar de Nuria Jiménez es hablar de la Escuela de Atletismo, una escuela y un deporte en el que comenzó a gestar buena parte de sus amistades. «Era una persona muy trabajadora, que jamás se saltaba un entrenamiento, y cuando lo hacía siempre quería recuperarlo» recuerda Juan Ramón López, su entrenador y, quizás, una de las personas que la conozca desde hace más tiempo. «La conocí cuando tenía 10 años, cuando empezó en la Escuela de Atletismo». Mucho tiempo de relación «deportiva y personal» con la que conocer a una persona capaz de «enfadarse consigo misma cuando no la salía algo en un entrenamiento, porque siempre quería hacer el máximo posible cada día». No era fácil, al menos durante una fase de su vida, cuando compaginaba el trabajo con el deporte. «Su capacidad de trabajo era mucha».

Exigía a los demás «lo mismo que se exigía a sí misma» añade Teodoro Hurtado, presidente del ClubPuente Romanillos. «Había que llegar hasta el final, como sea» recuerda Tito cuando hace memoria de los entrenamientos con Nuria Jiménez, a la que conoció cerca del año 2000 cuando empezó en el mundo del atletismo. «Jamás había corrido hasta ese momento». Se enganchó a este deporte a raíz de empezar a llevar a sus hijos a la Escuela de Atletismo. Entonces se preguntaba cómo era posible que la gente corriera un día  sí y otro también.Ahora es él el que lo hace. «Nuria era fuerza, pundonor, y aunque fuera la última seguía», porque «había que hacerlo bien». Se esforzaba al máximo entrenando y compitiendo.

Alumna, compañera de entrenamientos, o amiga. Así la recuerda Jacqueline Martín, para quien era una de sus mejores amigas. No es para menos cuando una ‘extraña’ te acoge cuando llegas a una nueva ciudad. La había conocido en la Milla unas semanas antes y al poco se ofrecía a la atleta catalana, entonces recién llegada a Ávila, para entrenar juntas. «Recién llegada de Barcelona y te encuentras a una persona que te admira como deportista de elite y te ofrece su amistad, su compañía, su tiempo». Para Jacqueline Martín «pura generosidad». Es la anécdota con la que la atleta recuerda a una persona que «no me conocía de nada» y que sentía «auténtica admiración por el deporte», en el que ha sido capaz de conseguir cosas por encima de sus cualidades. «Era tanto el empeño, su esfuerzo» que la llevó a ser internacional. «Trabajo, trabajo, trabajo y sobretodo ilusión» recuerda entre las máximas de Nuria.

Una persona cuya capacidad de asombro y disfrute han quedado guardadas en su memoria. «Era como una niña con zapatos nuevos» recuerda Jacqueline Martín cuando hace memoria de un Cross de Soria que ambas compartieron. Se jugaba entonces su clasificación para una cita internacional, pero no es eso lo que guarda en sus recuerdos, sino «ver a través de sus ojos esa pasión cuando estaba allí. Es algo que no olvidaré jamás».

La Escuela de Atletismo les dio a conocerse y la camilla de masajes terminó por convertirse en el nexo de su amistad. «Empezamos a correr juntos en la escuela y terminé siendo su masajista» recuerda Alberto González Galán. «Muchas horas, muchas anécdotas» son las que han compartido juntos. Confiesa que la pérdida de Nuria «ha sido muy grande» pero en su tristeza guarda un pensamiento generoso. «Me quedo con el hecho de que disfrutó al máximo de todo, que hizo siempre lo que quiso».

Ilusión por el atletismo pero también por el ciclismo, deporte al que se cambió tras una lesión en los isquios y en el que supo ganarse el cariño «desde el primer día» de todos aquellos con los que salía a rodar.  

Fue en esta faceta de su carrera deportiva en la que conoció a Chemari Bustillo, con el que llego a competir hasta en cinco ocasiones en la Titan Desert. «Quizás sus cualidades no la acompañaban, podía no tener la habilidad o la técnica de otras personas, pero tenía una capacidad fuera de lo común» comenta su compañero de aventuras sobre las dos ruedas. Una de sus frases lo resume todo: «era como un principiante con alma de pura sangre». Un compañero y un amigo que reconoce que «aun no me he hecho a la idea de que se ha ido».

Por ello prefiere quedarse con los buenos momentos, con una Nuria «que era pura dedicación y fuerza, capaz de desvivirse en lo personal y en lo deportivo». No importaba las veces que se fuera al suelo –«todos los días se caía al menos una vez»– porque «siempre se volvía a levantar al instante».

Son muchos los que podrían recordar anécdotas, y muchas las que podrían poner sobre la mesa. Y todas ellas hablarían de una persona «que lo ha vivido todo al máximo». Preguntar por Nuria Jiménez es encontrar el recuerdo de  «una chica muy querida». Y así es como debe y quiere recordarla Ávila.