Un centenar de fieles acudió este jueves por la tarde a la catedral de El Salvador para asistir a la misa concelebrada y presidida por el obispo de Ávila, Jesús García Burillo, que la diócesis de Ávila ofreció en gratitud al nombramiento del nuevo pontífice de la iglesia católica, el Papa Francisco, elegido en la tarde del miércoles.
Así, el altar mayor, con un nuevo y espléndido presbiterio, se colmó de público y de sacerdotes en torno al obispo de la diócesis de Ávila con el fin de participar en la celebración de la eucaristía en acción de gracias por el nuevo Papa
Algunos de los ciudadanos presentes aceptaron la invitación de Diario de Ávila a expresar su parecer sobre la figura del nuevo pontífice. Gonzalo González de Vega, colaborador de esta casa, afirmó que «durante los tres primeros minutos que estuvo en el balcón del Vaticano se ganó a todo el mundo por su sencillez, su cercanía y su naturalidad. Creo que va a regenerar a la Iglesia, que le hace falta. También pienso que es importante que hable nuestra lengua porque somos muchos millones de hispano hablantes», añadió.
Un ciudadano, Gerardo, que prefirió omitir sus apellidos, no dudó en señalar que «se verá cómo es el Papa según vaya transcurriendo el tiempo. Estamos acostumbrados a primeras impresiones que luego no siempre obedecen a la verdad. Si da el ejemplo de sencillez y lo aplica a los demás, hasta el último fiel, puede mejorar mucho la imagen de la iglesia». María Martín era otra de las fieles presentes en esta celebración eucarística y expresó su beneplácito. «Me parece buena persona pero ya veremos lo que hace. Estamos empezando ahora». Añadió esta abulense que tiene las esperanzas puestas en el nuevo papa. En este mismo sentido se manifestó Carlos Jiménez Prieto, quien afirmó que «veo bien este nombramiento porque salimos de la parte de Europa y entramos con los latinos. Creo que es un papa un poco mayor pero noble, sencillo y amable para los fieles. Será un buen Papa», concluyó. Finalmente, la hermana Mercedes, carmelita de la Sagrada Familia no ocultó su emoción. «Estoy impresionada por la sencillez con la que, de repente, apareció delante de todo el mundo y mostrándose muy cercano y con muchas ganas de servir a la iglesia, que es lo que necesitamos ahora». El hecho de que sea hispanoamericano le pareció importante porque «vamos a poder entenderle mejor».
Por lo que se refiere a la ceremonia religiosa, el obispo aprovechó su homilía para mostrarse también muy cercano a los fieles congregados e inició su sermón agradeciendo la presencia a «Julio Jiménez, un abulense muy amigo del Papa, que estudió con él». También el obispo de Ávila tuvo oportunidad de conocer al Papa Francisco «durante unos ejercicios», como bien expresó al comenzar sus palabras. Aprovechó para recordar que esta misa se celebraba en acción de gracias por el Papa y también servía para mostrar a los abulenses el nuevo presbiterio, por lo que aprovechó para dar licencia a todos los congregados a que una vez acabada la eucaristía, se acercaran a ver el remozado espacio. Ahondando en su homilía, García Burillo afirmó que «esta iglesia de Ávila hoy se siente profundamente unida a la Iglesia de Roma y reconocemos en el pastor de la Iglesia de Roma al pastor de la Iglesia universal». «El señor nos ha concedido un Papa con características especiales», añadió. Se trata del primer Papa Jesuita y del primer Papa que toma el nombre de Francisco. «Es, por lo tanto, el primer Papa que aporta a la Iglesia universal el carisma de San Ignacio de Loyola», que no es otro, tal y como relató el obispo de Ávila en sus sermón, que «los ejercicios espirituales», prosiguió. «Yo no quiero en mi vida ni ser rico ni ser pobre. No quiero ser enfermo ni estar lleno de salud. Lo que quiero es cumplir tu voluntad».
Esa es la profunda convicción que, tal y como recordó el obispo de Ávila, mueve al actual Papa y que transmitió siendo obispo de Buenos Aires al primer prelado abulense. Así lo recordó García Burillo en su homilía que se prolongó por espacio de unos 15 minutos y que finalizó con la propuesta de elaborar un documento que le será remitido al Papa en el que se exprese el propósito de «un grupo de abulenses de convertirse al Señor».