"Estoy muy agradecido a la diócesis de Ávila"

J.M.M.
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Jesús García Burillo, que este martes fue nombrado administrador apostólico de la diócesis de Ávila hasta que Gil Tamayo sea ordenado, invita a los abulenses a acoger con "amor" al nuevo prelado

Un emocionado Jesús García Burillo, que este martes también recibió la comunicación por parte del Santo Padre de su nombramiento como administrador apostólico de la diócesis de Ávila hasta el momento en que se produzca la ordenación episcopal de José María Gil Tamayo, y que por tanto mantendrá las mismas facultades que competen a los obispos diocesanos, quiso invitar a toda la diócesis a que «acojáis con la mente y con el corazón, como dice la Iglesia, la palabra y la persona del nuevo obispo, sobre todo con amor». Y añadió su deseo de que «desde el primer momento se sienta pastor de esta Iglesia, acogido y querido por lo menos como me da la impresión de que me habéis acogido a mí». «Que pueda sentirse entre vosotros como el pastor que va delante, pero que va en medio de vosotros, y que va detrás cuando haga falta», precisó García Burillo.

El ya administrador apostólico de la diócesis de Ávila, preguntado por el balance de sus 15 años al frente del episcopado abulense (se inició el 23 de febrero de 2003), señaló que «yo no soy quien para juzgarme a mí mismo», pero, a pesar de todo, mostró su felicidad por el Año Jubilar Teresiano que acaba de concluir, «es un regalo grande que el Señor nos ha concedido por su Santidad a la diócesis de Ávila». De igual modo, también valoró el «regalo» del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, «el gran acontecimiento de la diócesis», y reconoció que «lo muy importante ha girado en torno a la Santa, que le vamos a hacer, ella lo llena todo». 

También destacó, sobre todo de los comienzos, la labor realizada en la Universidad Católica de Ávila, que «andaba con problemas y ahora navega boyantemente». A su vez, en la actualidad, recordó que la diócesis se encuentra inmersa en esa reordenación de la atención pastoral, «que es muy importante para la vida de la diócesis, y a la que los sacerdotes se han aplicado con toda la entrega». En ese sentido, tuvo recuerdo para los 75 sacerdotes que han fallecido en estos tres lustros, «que nos han dejado muy disminuidos, y una diócesis sin sacerdotes termina, no la podría sostener ni la Santa». Por eso, insistió en que la «diócesis tiene que tener aquí una conciencia muy fuerte de que necesitamos vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, también».

García Burillo reiteró que «estoy muy agradecido a toda la diócesis de Ávila, a la acogida que me ha hecho y, sobre todo, a los sacerdotes, que son los directamente colaboradores del obispo». Así precisó que «los sacerdotes han colaborado de una forma muy eficaz y, sobre todo, en estos cambios de modelo pastoral que ha tenido la diócesis, ellos lo han hecho con docilidad y, sobre todo, con amor y comprensión». A su vez, reconoció que «hay un conjunto de realidades eclesiales que tienen mucha vitalidad», pero también existen «problemas» en la diócesis, que «lucha, padece, está en marcha, camina con determinación, que ha sido el título de mi última carta pastoral».

En este sentido, García Burillo aseguró que «voy a tratar de que ésta sea mi palabra de despedida: ‘Caminemos alegres sirviendo’. Estamos en marcha y creo que si nos juntamos, nos unimos y ponemos de nuestra parte en la comunicación de mente y corazón, creo que Ávila es una gran diócesis que puede hacer grandes cosas al servicio de la humanidad, y de la sociedad”.

En cuanto a su futuro, precisó que «será obispo emérito», y afirmó que «espero seguir con la disposición de ayudar en lo que pueda, en lo que el Señor me permita». En principio, su objetivo es permanecer en Ávila.