Con «tristeza» abandonó ayer el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, Venezuela, donde protagonizó una visita de unas 40 horas en la que quiso vivir «en primera persona» la situación que sufre el país caribeño. La razón de su pesar fueque las autoridades de Caracas no le permitieron ver a los opositores Antonio Ledezma y Daniel Ceballos, ambos en arresto domiciliario, ni a Leopoldo López, que se encuentra encarcelado en la prisión militar de Ramo Verde.
El político español se acercó a la vivienda de Ledezma, alcalde metropolitano de la capital hasta 2015, y posteriormente a la de Ceballos, ex primer edil de San Cristóbal, ambos acusados de participar en un intento de derrocamiento del Ejecutivo de Nicolás Maduro, pero no pudo mantener un encuentro con ellos. Según declaró Ana Leonor Acosta, abogada de Ceballos, fueron los órganos de seguridad los que, «siguiendo instrucciones del Gobierno, que no del juez», no permitieron las visitas.
A pesar del veto, el exalcalde de San Cristóbal se asomó a la ventana, desde donde pidió «libertad para todos los presos políticos», mientras Rivera, acompañado de la esposa de López, Lilian Tintori, le daba ánimos desde la calle. «Nos vemos pronto, pero fuera», le espetó desde la calle.
Tras sus fallidos intentos, el presidente de C’s lamentó que los antichavistas «no solo están presos,sino que están incomunicados», lo que a su juicio «es una muestra más» de que en Venezuela «no hay democracia si los líderes de la oposición están en la cárcel o en régimen penitenciario». Por ello, denunció que López, Ledezma y Ceballos «son presos políticos, no golpistas».
En este contexto, se cuestionó «qué tipo de diálogo» quire tener el Gabinete de Maduro con los antichavistas si ni siquiera permite que un diputado de otro país, que quiere «sembrar concordia y reconciliación, arrimar el hombro y ayudar», se reúna con los arrestados.
«Si de verdad creeen una reconciliación y un diálogo nacional, lo primero que tiene que hacer es liberar a los presos políticos para poder hablar de política», insistió. Por ello, agregó, se va «triste y resignado, pero con la convicción de que hay que seguir luchando» y de que «para que haya democracia» en Venezuela, «tiene que haber derechos humanos».
Entre tanto, Maduro censuró la visita de Rivera y manifestó que la oposición quiere entregar el país a oligarquías extranjeras, asegurando que sus detractores «se la pasan» invitando a «oligarcas del exterior». «Su plan es desestabilizar, imponer violencia para entregar nuestra patria en bandeja de plata. Dan vergüenza», reiteró.
«No tienen ni un poquito de dignidad, ya no disimulan su interés de entregarle el pueblo de Bolívar a la oligarquía española y al imperio estadounidense», agregó.
También subrayó que «los españoles creen que pueden venir» a Venezuela «a dar consejos» mientras el país «tiene un 21 por ciento de desamparados, de desempleados, 4,5 millones de españoles no tienen trabajo y nadie ayuda a nadie», zanjó.