Carlos Soria: 'Yo trabajé de tapicero, pero nací alpinista'

Mayte Rodríguez
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El montañero arenense se marcha en febrero al Himalaya para ascender a dos de las tres cimas que le faltan para completar los catorce ochomiles

Carlos Soria: 'Yo trabajé de tapicero, pero nací alpinista'

Aunque le fascinan las montañas, a Carlos Soria también le gusta «pasear por las calles de Ávila». Así lo hacía «hace años» y también tuvo la oportunidad de disfrutar de ellas este viernes, cuando la Asociación Abulense de la Prensa Deportiva le rindió homenaje en su gala anual con motivo del 25 aniversario del ascenso a su primer ochomil. Le faltan tres para completar las catorce montañas cuya altitud supera esa cota que casi toca el cielo. En febrero emprenderá su próxima aventura hacia el Himalaya con la vista puesta en hollar la cumbre del Annapurna y, si todo va bien, «intentar a continuación la del Dhaulagiri». Este arenense de cuerpo enjuto y moral inquebrantable cumplirá 76 años el próximo día 5 y poco después iniciará un nuevo reto hacia esas montañas heladas que le hacen tan feliz. Todo un ejemplo de superación y de energía.

¿Qué significa para usted el reconocimiento que acaba de recibir de la Asociación Abulense de la Prensa Deportiva con motivo del 25 aniversario del ascenso a su primer ochomil?

Es maravilloso, sobre todo porque es un reconocimiento de Ávila, del lugar donde yo nací y al que tengo muchísimo cariño. Me da mucha alegría, me hace muy feliz.

¿Qué recuerdos guarda del ascenso al Nanga Parbat, su primera cumbre de más de 8.000 metros?

Fantásticos recuerdos. Fuí dos veces un par de años antes de hacer cima. La primera fuí con una expedición militar en la que mi amigo Pedro Nicolás y yo íbamos como asesores. En aquella ocasión no pudimos subir porque nos pusimos malos a pesar del tiempo estupendo que hacía. La ascensión fue una expedición organizada por nosotros en la que yo era el jefe y  se nos dio muy bien, llegamos a la cumbre por casualidad porque cuando ya nos íbamos a bajar porque hacía muy mal tiempo -en el campamento II llevábamos dos días nevando- esa misma tarde se descubrió el cielo, lo intentamos y lo conseguimos. Salimos desde del campo II al IV y, desde allí, a la cumbre. Salimos tarde para ir a la cima porque hacía mucho viento y llegamos también tarde, a las cinco, así que bajando se nos hizo de noche en un sitio que no era complicado pero sí lo era encontrar la tienda porque no llevábamos GPS y las huellas se habían borrado por el viento, pero mi primer ochomil fue fantástico.

Dice que hicieron cima por casualidad, ¿en la montaña suceden muchas casualidades?

Sí, depende de muchas cosas. Puedes haber hecho todo muy bien y tener problemas el último día por cualquier cosa: un pequeño cambio de tiempo, que haya más viento del que pensabas, sobre todo en aquellos tiempos en los que no teníamos previsiones meteorológicas que nos llegaran al campo base, ahora sí llegan. Cuando se está por encima de 7.000 metros todo puede ser complicado.

¿Ha cambiado mucho el alpinismo en estos 25 años?

Lo que ha cambiado es la cantidad de gente que va a la montaña y también ha cambiado bastante el material, las tiendas y la ropa son ahora mucho mejores. Entonces subía mucha menos gente a las montañas grandes, ahora en algunas ocasiones es  más fácil subir a la cumbre porque hay más gente para abrir huella, para montar las cuerdas, ... pero eso tampoco ocurre en todas las montañas, sino en las más conocidas, sobre todo el Everest o el Shisha Pagma,  que es donde hay más expediciones comerciales. En general hay más gente en todas partes que hace veinticinco años.

¿Las expediciones comerciales desvirtúan de algún modo el alpinismo tradicional?

No tengo nada en contra de las expediciones comerciales. Sé que hay algunos alpinistas que protestan, pero al mismo tiempo utilizan material que ha puesto la gente por la que protesta. En el Everest hay demasiada gente, sea comercial o no, y casi todo el mundo va en la misma época, así que se dan pequeños conflictos. Las expediciones comerciales están compuestas por gente que paga un guía, unos sherpas y quizá no es alpinista o lo ha sido antes y ya de mayor quería subir al Everest, pero son personas tan estupendas como puedan serlo las demás. No por el hecho de ir en una expedición comercial eres un proscrito. Éste es mi pensamiento.

 

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