Miembros de la protectora Huellas y de la Patrulla Verde de la Policía Local acudieron a principios de esta semana a un barranco cercano al pabellón Carlos Sastre donde al parecer habían sido abandonadas una treintena de gallinas que podrían proceder de una explotación avícola del entorno de la capital. En lugar de derivar estos animales a los servicios de la Junta de Castilla y León que ordenarían el traslado de las gallinas a un matadero para ser sacrificadas, desde la protectora se decidió entregarlos a aquellas personas responsables que se pudieran hacer cargo de ellas y lograr de esta forma "que vivan en condiciones mejores en lugares apropiados". Fueron los particulares los que al enterarse de la situación mostraron su disponibilidad para ocuparse de las aves.