Por el paseo del Rastro se vio cómo se acercaba la Virgen de las Vacas, acompañada por un buen número de fieles, hacia la iglesia de La Santa, donde se dirigía para cumplir con el Jubileo. Lo hacía tras salir de su ermita, de su casa, y ser llevada por sus mozos en andas para cumplir con las condiciones marcadas en el primer Año Jubilar Teresiano periódico para ganar la Indulgencia Plenaria. En este caso fue su barrio el que hizo ese camino espiritual, aunque siempre acompañada por la alegría que es parte de su forma de ser.Con el sonido de la gaitilla y el tamboril se fue acercando la imagen, precedida por estandartes para pasar por el Arco de La Santa, un arco que abría camino a una plaza donde la gente esperaba para ver aparecer a la imagen de la Virgen de las Vacas. La imagen se dirigió al interior del templo, recibida por aplausos, para que los fieles pudieran ganar, cumpliendo las condiciones, la Indulgencia Plenaria.