Hollande busca fuera de casa

M.R.Y. (SPC)
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El presidente galo trabaja por una unión con los líderes mundiales que no acaba de encontrar en su propio país

 
Francia no puede sola. Y necesita ayuda internacional para combatir la amenaza del yihadismo, no solo en su propio país, sino también en el extranjero, donde las tropas galas se han convertido en actores protagonistas de las misiones de paz en el Sahel y precisan de una colaboración de otros Ejércitos. Así se podría resumir el mensaje que a lo largo de esta semana ha repetido su presidente, François Hollande, a hasta cinco líderes mundiales, en una maratoniana ronda de conversaciones que le han llevado a Washington y Moscú, con parada entre medias en París, en apenas cuatro días. Y, mientras, en el plano interno, algo que parece haber dejado a un lado en su empeño por cerrar una coalición global contra el Estado Islámico (EI), la controversia política se aviva ante la proximidad de las elecciones regionales del próximo domingo.
Tras la masacre del 13 de noviembre, Hollande y su Gobierno no han cesado de repetir que el Estado «está en guerra». Y, como en toda contienda, los bandos buscan aliados. Pero, según han insistido, no se trata de «una guerra convencional», sino una lucha contra la sinrazón terrorista, que un día atenta contra Francia y al siguiente en Túnez. «Nadie está a salvo», remarca el galo. Y, por ello, con el ánimo de garantizar una seguridad mundial, intenta crear una «amplia coalición internacional» en la que se incluyan enemigos históricos como EEUU y Rusia.
El primer respaldo encontrado por el inquilino del Elíseo fue el británico David Cameron, quien secundó la ofensiva sobre Siria. Primera cita y éxito pleno. Aunque no del todo. Y es que, para que la colaboración de Londres sea efectiva, se tendrá que votar en el Parlamento. El premier llevó su propuesta a la Cámara, pero nada más. La oposición no está convencida de la conveniencia de emprender esta ofensiva, a pesar de que el conservador insiste en que es necesaria para garantizar «la seguridad nacional». Y hasta que no tenga todo bien atado, Cameron no propondrá una votación, ya que una negativa en el Hemiciclo podría suponer «un golpe de publicidad para los seguidores del Estado Islámico». 
El segundo triunfo para Hollande llegó el pasado martes en Washington, con un Barack Obama plenamente volcado con la empresa que pretende llevar a cabo el dirigente socialista y la garantía de un apoyo pleno. No en vano, Estados Unidos ya lidera la coalición internacional que bombardea objetivos yihadistas en Siria e Irak. El único pero, Rusia, a la que el norteamericano instó a dar «un giro» en sus actuaciones, ya que Moscú avala al régimen de Damasco, mientras que los actuales aliados abogan por una salida de Bachar al Asad del Gobierno y emprender una transición política que pueda poner fin a casi cinco años de guerra civil en la nación árabe.
La tercera jornada no fue tan fructífera. La alemana Angela Merkel no dio pistas de cuál podría ser su proceder y, a pesar de que la canciller se comprometió a mandar 650 efectivos a Mali, Hollande reclamó «más implicación». Dicho y hecho: apenas un día después llegó el respaldo de Berlín, que enviará aviones de reconocimiento y una fragata.
Y, por último, el jueves. Doblete del francés. Primero en París, con el italiano Matteo Renzi, del que tampoco sacó una respuesta contundente, y después en Moscú, con un Vladimir Putin volcado en coordinar la alianza internacional y dar la estocada a la amenaza yihadista, «un enemigo común» en sus palabras, que le tocó de lleno en octubre con el atentado contra un avión en Egipto. 
Quizás el de Rusia sea el apoyo más importante, por los desencuentros mantenidos con el Kremlin. Pero también es uno de los principales puntos de discrepancia del galo con la oposición, una batalla política que recobra brío ante la cercanía de las regionales de la próxima semana.
Casi dos semanas después del 13-N, y tras haberse mantenido al margen para dejar a los franceses aliviar su dolor, el expresidente Nicolas Sarkozy reiteró hace unos días las críticas a Hollande, a quien reprocha no haber adoptado las medidas de seguridad necesarias tras los atentados del pasado enero. «Hemos dejado pasar demasiado tiempo en la lucha contra el terrorismo», manifestó, insistiendo en que «llegan tarde».
Sabedor de que el discurso sobre la seguridad puede hacerle ganar votos por un lado, pero también puede contribuir a reforzar a la extrema derecha de Marine Le Pen, el conservador pidió que se abra el debate de los valores. «Tenemos que reconstruir la escuela, las instituciones, la sociedad, la Justicia, el derecho, la política», clamó Sarkozy, que aseguró hablar «como un exmandatario que conoce bien el peso de ese cargo cuando hay un drama».
Le Pen sigue centrando su campaña en la petición de reforzar las fronteras interiores, una estrategia que le puede dar muchos votos, habida cuenta del temor que se vive ahora con la llegada de refugiados.
Y, mientras, Hollande, en busca de alianzas internacionales, parece ajeno a lo que pasa en Francia.