La peana que eleva a Cristo

Beatriz Mas
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Pocos se imaginan que tras cada paso que vemos en una procesión hay un trabajo, muchas veces artesanal, para crear la estructura. Como muestra, la labor que Francisco José García Varela realiza para las andas del Cristo de los Estudiantes

Construccion de la andas del Cristo de Los Estudiantes. - Foto: David Castro

Las procesiones de Castilla y León, y entre ellas las de Ávila, son conocidas sobre todo por su sobriedad, una sobriedad que viene por sus pasos y por la forma de sentir de quien acude a verlas.

Cada año, son miles los abulenes que se acercan a contemplar una u otra de estas procesiones, pero pocos son los que se paran a pensar en el trabajo que hay que realizar para que ese desfile sea posible. No se trata solo de la labor de preparación de los capuchones, las bandas de música y quienes dirigen los pasos, sino también aquellos que en primera instancia hicieron posible que esos pasos se puedan ver.

Se trata de las personas, muchas veces artesanos, que han creado las estructuras en las que viajan los pasos. Y como para muestra un botón, Diario de Ávila viaja hasta Gallegos de San Vicente donde el carpintero Francisco José García Varela se afana en preparar las andas que elevarán al Cristo de los Estudiantes, el paso que acompañará a la nueva hermandad que nace desde la UCAV.

Construccion de la andas del Cristo de Los Estudiantes. Carpintero.Gallegos de San VicenteConstruccion de la andas del Cristo de Los Estudiantes. Carpintero.Gallegos de San Vicente - Foto: David Castro Desde su pequeño taller y superando el frío ya se está dando forma a la estructura que será la base del paso, un detallado trabajo donde hay que unir fuerza y delicadeza para llegar a un equilibrio entre la resistencia necesaria y la belleza que tiene que formar parte de esta estructura.

De todo ello es bien consciente en autor de la estructura que recuerda el inicio de su labor, que comienza con el despiece de la pieza que forma la base. En ese momento es necesario saber la cantidad de madera, hierro y, en general, todo el material necesario. Además, hay que saber ser paciente y esperar a que la madera se seque antes de comenzar a trabajar.

Ya seca, llega el momento de cortar a la medida, se cepilla y se regruesa la pieza, mientras se prepara la estructura de hierro, en la que hay que soldar los tubos que también son importanes en la base. Un trabajo que en definitiva «necesita de paciencia y pasar mucho frío y noches de trabajo».

Talla del  Cristo de los Estudiantes restauradaTalla del Cristo de los Estudiantes restaurada - Foto: David Castro La base de la estructura es de madera de nogal pero también lleva un rechapado de aglomerado en nogal para completar la imagen de lo que se puede llamar el suelo en el que va la imagen.

También es importante la labor que se hace con los banzos, que en el caso de las andas del paso del Cristo de los Estudiantes son seis, tres en la parte delantera y tres en la trasera con la idea de que cada uno de ellos tenga a tres o cuatro personas, por lo que se necesitarán al menos 18. A la vez que el artesano va avanzando en la estructura, también lo hace en estos banzos, que estarán forrados de madera y que después se acoplarán en la carroza.

Una de las peculiaridades que tiene el trabajo de este paso es que la carroza va a estar preparada tanto para andas como para carro. El motivo no es otro que así, si en un momento dado no hay anderos para llevar el paso, sea posible hacerlo sin su presencia.

La estructura central formada por hierro y madera es la parte ‘de peso’ de este trabajo, puesto que tiene que estar preparada para llevar la figura. Así cuando esté terminada y ya esté dispuesta para salir, con estructura, baterías, luces, flores e incluso el Cristo, el peso será de unos 400 kilos, nada comparado por ejemplo a la creación primera que se hizo para el Cristo de las Murallas, que pesó 1.000 kilos y se llevaba a dos hombros.

Pero el trabajo de ahora es más sencillo, por lo que estima que se hará en tres o cuatro meses sin tener en cuenta el tiempo necesario para el tratamiento de la madera, en una labor en la que «se está corriendo mucho, con muchas horas de trabajo».

Unas horas que tendrán su recompensa cuando la estructura, que aún se está realizando esté preparada y los anderos puedan comenzar a practicar con ella, mientras el artesano, aún en su taller, se encarga de ultimar los detalles que darán personalidad a la carroza.

La llegada a estos detalles y a toda la labor para crear la estructura, le proviene a Francisco José de todo lo que aprendió trabajando con su padre. Ahora sin embargo le llega el momento ‘de hacerse mayor’ y se enfrenta a su primera creación en solitario.

Aún le queda la posibilidad de escuchar los consejos de su padre, por eso de que la experiencia es un grado, y recordar cuando le ayudó en otros de sus trabajos  y reflejar este aprendizaje en su nueva creación.