Casa de Alba, cuna abulense

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La villa de Piedrahíta vio nacer a Fernando Álvarez de Toledo, el Gran Duque de Alba, en 1507 • En 1962 nació la institución con su nombre y la duquesa acudió a Ávila para celebrarlo con su marido Pedro Luis Martínez de Irujo

Visita de los Duques de Alba a Piedrahíta en 1962, año de creación de la Institución Gran Duque de Alba. - Foto: Archivo Mayoral

Joven, muy joven, hace 52 años la duquesa de Alba, que contaba entonces con 35 primaveras llegaba a Ávila en visita institucional, no en vano un 10 de marzo de 1962 nacía la Institución Gran Duque de Alba de la mano de la Diputación de Ávila –cuyo presidente,Agustín González no se olvidó este jueves de enviar sus condolencias a la familia en un telegrama– y hasta el salón de plenos de la institución provincial llegaba ella junto a su marido, Pedro Luis Martínez de Irujo para conmemorarlo con su presencia. Comenzaba entonces una relación de lo más cordial con este organismo, cuyos miembros (algunos) pudieron entrar libremente años después en los archivos del Palacio de Liria para desarrollar su labor investigadora.Esta relación entrañable venía a prolongar la  otra relación, la que les viene de sangre a los Alba y les une con Ávila indisolublemente. Y es que en este sentido cabe recordar que 1507 Piedrahíta era testigo del nacimiento de Fernando Álvarez de Toledo, quien pasó a la historia como el Gran Duque de Alba.

Es por eso que la institución  llevaría el nombre del Gran Duque y más cuando a mediados de los 50 aparecieron los documentos que atestiguaban su nacimiento en la villa. Cayetana y su esposo pasaron también por tierras piedrahitenses poco tiempo después de aquel 10 de marzo de 1962 (y como da fe otra de las imágenes que reproducimos junto a estas líneas, todas ellas del archivo Mayoral).

Fernando Álvarez de Toledo es el cordón umbilical de Los Alba con Ávila y quien pasó a la historia como excelente militar y político: fue el último duque de Alba abulense de nacimiento. Pero ya antes, mucho antes en 1366 habían enraizado con Ávila a través de su extenso Señorío de Valdecorneja que llegó a ocupar más de 1.200 kilómetros cuadrados, casi la sexta parte de la provincia de Ávila, tal y como atestigua el actual director de la institución Gran Duque de Alba,Carmelo Luis López.

 El señorío perteneció desde 1258 a los infantes de Castilla y ya entonces incluía entre otros El Barco y Piedrahíta, fue en 1366 cuando Enrique II  concedió el señorío a García Álvarez de Toledo, por aquellos años sin apenas posesiones (pero que poco a poco en los siglos XIV, XV y XVI fueron en ascenso de manera vertiginosa...) A partir de entonces los señores de Valdecorneja tuvieron gran presencia en Ávila, en Piedrahíta o en El Barco, donde no solo nacen sino que viven como en el caso de Fernando, el III Gran Duque de Alba que eso sí murió en Lisboa aunque le enterraron en el Monasterio de San Leonardo de Alba de Tormes. Antes que él, sus antecesores, los primeros Señores de Valdecorneja no sólo tuvieron presencia en Piedrahíta sino que fueron enterrados allí, en el actual  y maltrecho Convento de Santo Domingo.

Las apariciones institucionales de la duquesa no han sido excesivas pero la colaboración con la insitución ha sido incesante y callada y más de cara a la conmemoración del V aniversario del nacimiento de Fernando Álvarez de Toledo para lo que mandó un texto doña Cayetana y que por supuesto contó con la presencia activa del duque de Huéscar.

últimas estancias en ávila. La última vez que la duquesa de Alba estuvo en la ciudad de Ávila y trascendió públicamente su presencia quí fue en el verano del año 2007. Y si viajó a la capital abulense fue atraída precisamente por una de sus mayores aficiones: la fiesta nacional. El 22 de julio tuvo lugar en la plaza de toros de Ávila un mano a mano entre dos figuras del toreo -José Tomás y El Juli- que Cayetana Fitz-James Stuart no quiso perderse. La duquesa de Alba presenció la corrida casi a pie de albero, en la zona noble del coso, sentada en la barrera del número dos, hasta donde llegó acompañada por el periodista Luis María Anson.

Aquel día, la duquesa de Alba presenció uno de los mejores festejos que han tenido lugar en la plaza de toros abulense en los últimos años,  no solo por el lleno absoluto que registró el coso, también por el excelente espectáculo que ofrecieron ambos toreros. El Juli, de hecho, salió a hombros por la puerta grande y José Tomás dejó muy buenos momentos a los aficionados, según recoge la crónica que entonces publicó este diario.

Dos veranos antes, Cayetana Fitz-James Stuart había visitado tierras de Ávila para recoger elPremio Gredos 2005 que le otorgó la Asociación Aleroañil de Guisando en reconocimiento a su trayectoria y calidad humana. Fue el entonces director de Caja de Ávila, José Manuel Espinosa, hoy resposnable de Relaciones Institucionales de Bankia, el encargado de entregarle el búcaro de la suerte con el que cada año el colectivo guisandero reconoce la trayectoria de diferentes personalidades en distintos ámbitos.

Protegida con unas gafas de sol y vestida con una alegre camisa de mariposas, la duquesa de Alba agradeció el galardón y se mostró emocionada ante la visión del bellísimo paisaje del lugar que ofrece  la terraza en la que se celebra cada año la entrega de premios. «Le sorprendió muchísimo que hubiera buganvillas en Gredos porque es una flor más propia de Andalucía y de zonas más cálidas del país, así que la llamó la atención verlas aquí porque, además, me dijo que era su flor favorita», recordaba ayer José Miguel Blázquez, presidente de la Asociación Aleroañil. «La expliqué que esa zona es conocida como la Andalucía de Ávila y le pareció muy curioso», añade. De la duquesa de Alba, José Miguel Blázquez destaca su carácter «humano, cercano y sencillo», características que ilustra con una anécdota que sucedió aquel día en Guisando: «Una persona de alta alcurnia como ella llegó aquí y se puso a dar besos, una por una y sin que nadie se lo pidiera, a todas las señoras del pueblo que se habían acercado por allí a verla en persona», apunta Blázquez. Aquel día en Guisando, la duquesa de Alba recibió el cariño y la admiración del pueblo y de otros premiados, pero también regalos diversos de admiradores que, aprovechando su presencia, quisieron obsequiarla. Entre ellos, el pintor ya fallecido Manuel Aznar, que la entregó un libro-catálogo en el que figuraban algunas de sus obras.