No es habitual ver dos mil ovejas juntas, menos áun contemplarlas caminando por una de las arterias principales de Arévalo: la avenida de Emilio Romero, de la que acabó apoderándose este multitudinario rebaño a media mañana de este miércoles. Tan excepcional estampa fue razón más que suficiente para que los centros educativos situados en esa calle permitieran salir a sus alumnos para que los chavales contemplaran el paso de las ovejas y de un modo tan gráfico y cercano conocieran la tradición ganadera de la trashumancia. Reivindicar el uso de los antiguos cordeles y cañadas reales para que esta costumbre ancestral no se pierda es el objetivo de la Asociación Trashumancia y Naturaleza, que apoya esta práctica ancestral que siguen realizando familias como la de Alejandro Jiménez.
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