'Misas' de domingo sin sacerdote ante el altar

Mayte Rodríguez
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La despoblación del medio rural y la escasez de vocaciones imponen un nuevo modelo de atención pastoral basado en la colaboración de los fieles hasta el punto de que, en cada vez más pueblos, son laicos los que ofician la ceremonia dominical

Las campanas de las iglesias abulenses sonarán hoy para llamar a los fieles a la celebración de la misa dominical. Ese sonido inconfundible se repetirá hoy, igual que cada domingo del año desde hace siglos, la diferencia es que no en todas las parroquias de la Diócesis de Ávila será un sacerdote quien presida la ceremonia religiosa en el Día del Señor. La «escasez de sacerdotes» y la «enorme disminución de población» en el medio rural ha impuesto «un nuevo estilo de presencia pastoral», sobre todo en los pueblos más pequeños, explica Santiago Enríquez, párroco de Piedrahíta y  cuatro de sus anejos, así como de Santiago del Collado y de Palacios de Corneja. En estos pequeños núcleos de población la misa dominical ha sido sustituida por la «celebración de la palabra», que no  corre a cargo de un sacerdote, sino de laicos que forman parte del «equipo de personas» que colabora con el párroco en esas labores después de «dos años preparándose con nosotros y un tiempo acompañándonos» en una especie «de rodaje» tras el cual «empezaron a quedarse solos» en los pueblos para llevar hasta allí cada domingo la celebración. «Prácticamente es una misa, pero sin la consagración, la parte central», revela Santiago Enríquez. «Como ellos no pueden consagrar, no hacen la plegaria eucarística, pero sí todo lo demás: invitan al perdón, hacen las lecturas, las comentan y dan la comunión», para lo cual «se procura que en todos los pueblos esté el sagrario dispuesto, con formas consagradas previamente por el sacerdote», añade.

La del Corneja es la comarca abulense que estrenó este nuevo sistema de presencia pastoral hace ya casi diez años, por lo que los vecinos de esos pueblecitos ya están acostumbrados a que no sea el sacerdote quien presida la misa. «Lógicamente, prefieren que vaya el cura, pero son conscientes de las limitaciones y acogieron bien los cambios», asegura el párroco. En  Palacios de Corneja, por ejemplo, los domingos no suelen acudir a la iglesia más de cinco personas.  «A La Almohalla no voy casi nunca», admite el sacerdote, «porque no hay gente; este año fuí a presidir la misa del día de la fiesta, que es La Inmaculada, y solamente estuvimos nueve personas, cuatro del pueblo y cinco de fuera», revela Santiago Enríquez en un ejemplo más de hasta qué punto se trata de núcleos muy despoblados. No obstante, él procura desplazarse a cada pueblecito «al menos una vez al mes para charlar con los vecinos, mantener un encuentro con ellos», comenta. «Me encanta ir a los pueblos, la gente mayor es bastante creyente y hablar de Dios con personas que creen es un placer, yo voy muy agusto y ellos me reciben encantados», agradece.

Esta nueva modalidad de atención pastoral tiene su base organizativa en la unidad parroquial, de modo que todo está centralizado en Piedrahíta.  La preparación de «la comunión y de  la  confirmación» se realiza en Piedrahíta  como sede parroquial que es, indica el sacerdote. «Son los padres de los niños que viven en los otros pueblos quienes tienen que molestarse en llevarles en coche a catequesis, pero lo hacen con gusto, no solo por el tema religioso, también para que convivan con otros chavales», precisa Santiago Enríquez. No obstante, también advierte que en los pequeños pueblos apenas viven matrimonios jóvenes, la mayoría acaban trasladóndose a Piedrahíta, «que es donde tienen los servicios».

Así que las ceremonias de confirmación, primera comunión y funerales se llevan a cabo en la iglesia de Piedrahíta con independencia de que los feligreses vivan allí o en uno de los anejos. De hecho, después de quince años destinado en esta zona el párroco no recuerda cuando fue la última vez que ofició un bautizo en alguno de los pequeños pueblos. «Por sistema se celebran en Piedrahíta, aunque a veces he bautizado en Santiago del Collado, que es un poco más grande que los otros», indica.

En la iglesia de Cuevas del Valle, dos niños tomarán hoy su primera comunión de manos de Antonio Jiménez, párroco titular de esa parroquia junto a las de Villarejo y San Esteban del Valle. A sus 26 años, es el sacerdote más joven de la Diócesis de Ávila. De hecho, él contribuye a bajar la edad media del clero abulense, formado por 143 sacerdotes, tan solo 100 de ellos en activo, de los que menos de la mitad es menor  de 50 años.

 

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