Zambombas y calderos volvieron a sonar con fuerza la noche del sábado en Candeleda para celebrar el tiempo de Navidad con villancicos, tonadas y romances de la tierra. Hablamos, como no, del festival Retumbaleda, que de la mano de la Asociación Cultural Pedro Vaquero, con el apoyo del Ayuntamiento, se ha convertido tras once años de andadura en un auténtico referente de estas fechas  no solo para los candeledanos, sino también para las muchas personas, con toda seguridad más de un millar, que venidos de muy diversos puntos de la geografía española se volvieron a dar cita en torno a las hogueras repartidas por el casco antiguo de la villa.

En esta ocasión fueron ocho los grupos y rondas que pusieron la música a esta gran celebración navideña que mantiene viva año tras año una de las tradiciones más arraigadas a esta tierra, estrechamente unida a su folclore popular. Fue un gran estruendo musical que se prolongó hasta altas horas de la madrugada, ya con la ronda nocturna, en diferentes rincones y establecimientos de la localidad.

Los grupos se concentraron a partir de las 19,30 horas en La Cañá, para ir recorriendo las diferentes hogueras repartidas por el municipio y que en esta ocasión estaban situadas en las calles Cáceres y Calzailla y las plazas del Herreñal, del Pozo, de la Iglesia, Corredera, del Moral, Las Burgas y como no la plaza del Castillo, de tal forma que siempre había rondas en cada hoguera y las típicas canciones navideñas podían ser escuchadas por todos los candeledanos y visitantes.

En esta edición, a los grupos candeledanos se unieron los vecinos de Poyales del Hoyo y Arenas de San Pedro, que también trajeron muchos acompañantes. Y así comenzaron a entonar sus canciones Algazara, la Ronda Los Calderos, Los Jherrizos, la Ronda del Agua, Tradición, Los Joyancos, la Ronda Siglo de Oro y los Panderos El Altozano, a los que también se unió la ronda de niños del Taller de Calderos, que fueron pasando por todas las lumbres. Y tras su recorrido, sobre las 22,00 horas, todos se dieron cita en la plaza del Castillo para terminar de rondar junto a la hoguera allí instalada.

Sin duda una gran fiesta que este año desbordó las previsiones de los organizadores y sirva como muestra de ello que se vendieron un millar de chapas conmemorativas del evento y el chocolate con churros que se ofreció a los asistentes se acabó en poco tiempo.