Ascuas para una sardina muy crítica

Ana Agustín
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Con el tradicional entierro y posterior quema de la sardina, el barrio de las Vacas protagonizó el fin del carnaval

Un año más, la tradición se hizo valer este Miércoles de Ceniza con el entierro y posterior quema de la sardina, una ceremonia con la que se anuncia el fin del carnaval y que consiste en un desfile carnavalesco que parodia un cortejo fúnebre y culmina con la quema de alguna figura simbólica, generalmente representando a una sardina. El entierro de la sardina carnavalesco se celebra tradicionalmente el Miércoles de Ceniza y en él se entierra simbólicamente al pasado, los hechos sociales poco positivos, para que puedan renacer con mayor fuerza, para que surja una nueva sociedad transformada.

El barrio de las Vacas se convirtió en protagonista del carnaval abulense con la organización de este particular cortejo fúnebre que dio comienzo pasadas  las ocho de la tarde con salida de la plaza de las Vacas y que recorrió, con paradas intercaladas en las que se iban leyendo letanías que hacían alusión a la sociedad abulense, las principales calles de la popular barriada (Deán Castor Robledo, Doctor Jesús Galán, Fray Gil, calle Soria, Nuestra Señora de Sonsoles, Jesús del Gran Poder, San Cristóbal y plaza de las Vacas, de nuevo).

La primera de esas letanía giraba en torno al tema sanitario conocido recientemente en Ávila y referente a la pérdida de 15.000 pruebas diagnósticas. Así, durante una hora, aproximadamente, el recorrido carnavalesco  fue intercalándose con paradas en las que se rezaban los humorísticos y críticos argumentos y  tuvo el colofón esperado, con la lectura de la esquela preparada para este año: una crítica sagaz y llena de ironía a diferentes acontecimientos sociales y al panorama político abulense, con una gran dosis de originalidad y sentido del humor que los encargados del entierro de la sardina llevan preparando desde antes de las Navidades, tal y como contó a esta redacción el ‘obispo’ de tan peculiar entierro. Finalmente, con la aparición de una fina lluvia que obligó a abrir algunos paraguas, y ante la gran hoguera preparada para dar fin a la gran figura  de alambre y papel que simulaba una sardina, comenzó la peculiar incineración ante un festival pirotécnico organizado para darle más realce aún. Cientos de vecinos se dieron cita en este acontecimiento que da comienzo a la Cuaresma.