El Real Ávila se despidió del 2016 con bronca, abucheos, pitos y demasiado mal rollo para un equipo que cerró la primera vuelta del campeonato al borde del abismo tras la derrota ante un Zamora que puso en evidencia las carencias defensivas de los encarnados, que se desangran en su área. Sólo la calidad de los jugadores de ataque permiten mantener un hilo de esperanza para un club que cierra el año al borde del descenso –a un punto del Bembibre– y sumido en un divorcio ya insostenible entre el entrenador, José Manuel Jimeno, y la afición, que reclamó su destitución.