Abánades: "No hay necesidad de exhumar a Franco"

Belén Monge Ranz
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El guadalajareño Gabino Abánades (Canales del Ducado, 1946) es el encargado por la Casa Real de enterrar al dictador en el Valle de los Caídos

El próximo martes se cumplirán 43 años de la muerte del general Francisco Franco. Tres días después del 20N, el dictador era enterrado en el Valle de los Caídos y sería el guadalajareño Gabino Abánades (Canales del Ducado, 1946) a quien la Casa Real le encomendara su enterramiento. Abánades llegó a este oficio por casualidad. Hoy está jubilado, aunque ejerce de alcalde en un pequeño municipio cercano al pueblo en que nació, Sacecorbo. Su única ideología es la justicia. Es un hombre religioso, disciplinado y muy respetuoso, que cree que lo pasado debe quedar atrás y no removerse. 

¿Le molesta que se le conozca como el enterrador de Franco?

Me da igual. No tengo ningún problema ni me crea ningún trauma. Fui partícipe, el que organizó el entierro. Tuve que elegir a la cuadrilla de cuatro personas que lo enterró y estuve presente cuando estaban bajando el féretro. No hicimos el traslado. Nos limitamos a hacer la inhumación. Fue una comitiva de militares y civiles la que trasladó el féretro desde la escalinata donde paró el coche militar hasta el interior de la basílica. 

¿Quién le llamó para que se encargara del enterramiento?

Recibí una llamada del Ayuntamiento de Madrid. El concejal de Cementerios me dijo que había muerto Franco, que se iba a enterrar en el Valle de los Caídos, y que preparase una cuadrilla de enterradores de altura similar y que manipulasen bien los tiros, las sogas con las que realizar el descenso del féretro. Me dijo que un coche militar nos vendría a buscar, a las nueve de la mañana, el día del entierro, y así fue. 

¿Qué recuerdo tiene de ese día?

Tenía 29 años y era el encargado de los cementerios municipales de Madrid. Estaba de presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro. Aunque los enterramientos son todos similares, la diferencia la marcó el protocolo. El entierro fue a las doce y media, muy serio y muy militar. No hubo voces. A lo largo de los 45 kilómetros que hay desde Madrid hasta la basílica, la carrera estaba cubierta, había público desde primera hora de la mañana. El féretro era de madera marrón oscura, de 1,90 centímetros de largo por algo más de 80 de ancho de luces interiores. y llevaba una cruz. Era similar al que se utiliza para autoridades o militares, aunque algo más caro. Fue enterrado con el traje militar y con todas sus medallas. La ceremonia duró unos 45 minutos. El coste total no lo sé, pero nuestro trabajo rondaría hoy 250 euros. Es lo que está fijado. 

¿Mucho protocolo y una gran presencia de autoridades?

El protocolo lo llevaba Patrimonio Nacional, la Casa Real. Nos pidieron que calculásemos el tiempo que se tardaba en entrar el féretro a la basílica desde las escalinatas y nos indicaron cómo debíamos colocarlo. Debía estar con cabeza hacia el altar, y así lo hicimos. También se nos informó que las autoridades estarían colocadas alrededor de la sepultura y así lo hicieron. Fue mucha gente. Y cuando nos dijeron que adelante, descendimos el féretro, sellamos el tabique que lo cubría y después los canteros de Patrimonio Nacional colocaron la lápida sobre la sepultura. Nuestro trabajo se resolvió en unos 35 ó 40 minutos. 

¿Cómo llegó a ser enterrador?

Vine a Madrid en el año 1962 con 16 años a hacer el Servicio Militar. Salieron plazas de operario en el Ayuntamiento de Madrid y me presenté. Por casualidad entré en este mundo. Pasé de oficial de cementerios a subencargado; luego saqué la plaza de director general de los trece cementerios municipales, y en 1996 pasé a ser el responsable de la empresa municipal de Servicios Funerarios. Ahí he estado hasta mi jubilación, en febrero del 2011. 

Un momento convulso el que se vive hoy, tan solo a unos días del 20N y con la exhumación como telón de fondo. ¿Cómo ve España?

Si seguimos en este camino no veo bien España. Se están sacando a la luz cosas que ocurrieron en los dos bandos y que ahora no suponen beneficio alguno para ningún español. Hay una Constitución desde hace muchos años que fue respetuosa, fruto de un acuerdo de todos los políticos del momento y que ha funcionado bien y debe seguir así. Espero que las rencillas que hubo entonces, no se vuelvan a repetir. 

¿Qué opina de que el Gobierno quiera exhumar a Franco y sacarlo del Valle de los Caídos? 

El enterramiento de Franco en el Valle de los Caídos se hizo porque así lo decidieron en ese momento los políticos. La familia no quería enterrarlo aquí; ni la mujer, ni la hija, ni los nietos. Carmencita, su hija, me comentó que quería que su padre fuera enterrado en El Pardo. Allí tenía un panteón para la sepultura de su esposa y la suya, y otras dos en la Cripta de La Almudena. En cualquier caso, si el Gobierno quiere exhumarlo por el tema de la Memoria Histórica, lo respeto, pero debe tener en cuenta que son los familiares quienes tienen que pedirla, y la reinhumación debe ser también donde ellos indiquen. Como cualquier familia, tienen el dominio jurídico, y no creo que haga falta una orden judicial para la exhumación. Es mucho más fácil convencer a la familia. 

¿En qué estado de conservación estará si finalmente lo exhuman? 

Si lo exhuman, el cadáver se mantendrá bastante bien porque está embalsamado y la penetración del calor y el frío en la cripta de basílica es mínima, con una temperatura media muy constante. Como decimos en el argot funerario, estará acartonado, momificado, pero lo normal es que conserve la rigidez del cuerpo, de su materia ósea. 

¿Por cuanto tiempo garantiza su conservación el hecho de que esté embalsamado? 

Con un buen embalsamamiento se puede conservar bien sesenta años, setenta, y hasta ochenta. 

 ¿Qué futuro le augura al Valle de los Caídos? 

Para mí no habría necesidad de exhumar a Franco. Lo ideal sería catalogar este sitio como cementerio nacional. Aquí no están enterrados sólo Franco y José Antonio Primo de Rivera. Si empezamos a mover temas antiguos, habría que preguntarse qué pasa con todos los que hay enterrados en Paracuellos. Creo que, lo que está pasando, con todos mis respetos, es una barbaridad. No soy político ni quiero serlo, pero si mediante una Constitución se llegó a un acuerdo, esto no se debería remover nunca jamás. Lo pasado, pasado está. Ya no se adelanta nada, como tampoco con el hecho de destruir las fosas. 

En Podemos hablan incluso de volar la basílica. Pero hace ocho años, el Foro de la Memoria de Madrid ya pedía volar la cruz.

Es un monumento nacional y habría que respetarlo. 

 ¿Si se exhuman los restos y se lo piden, participaría? 

En lo que pueda ayudar y ser útil tanto al Gobierno como a la familia, pueden contar conmigo. Lo más prudente y lógico es que si el Gobierno quiere exhumar a Franco, intente convencer a la familia de que haga la petición de la exhumación. 

¿Cómo haría el desenterramiento?

Al estar al nivel del suelo, hay que hacer un cajeo alrededor de la lápida para poder meter las barras y colocar un rodillo para elevar la sepultura una vez que se haya roto la tabicada que tapa la caja. Otra opción sería meter una chapa y los tiros por la base del féretro y lo sacaríamos fácilmente. No se puede acceder con una grúa, hay que hacerlo manual todo. Una vez retirados los restos, se depositarían en un nuevo ataúd. Con la documentación preparada por el abad, el expediente de solicitud de la exhumación de la familia y la orden de traslado, se llevarán en el coche fúnebre donde se haya determinado. En este caso, al haber pasado más de cinco años ya no haría falta permiso de Sanidad. 

Conoció a Franco. ¿Tiene alguna opinión de él? 

Le conocí cazando. El concepto que tengo de él es que fue un hombre honradísimo y un gran trabajador que hizo una gestión de Estado bastante normal. Otra cosa es que el momento en que vivió hubiera muchos problemas. 

Ha cambiado mucho la profesión de sepulturero en estos años? 

Hay más medios y más medidas higiénicas. Se trabaja con mascarilla y guantes, antes no. Además, los ataúdes de hoy llevan barniz al agua, que no es contaminante. Están mejorando gracias al reglamento marco europeo pero hay que lograr que lleguen a ser totalmente ecológicos.

¿Ha participado en otros enterramientos de personalidades relevantes en distintos ámbitos? 

Estuve en el de la madre del Rey emérito y en el de una tía. También en fallecimientos por terrorismo, desgracias como la de Alcalá 20 o en los atentados del 11M. Sentí mucha rabia. Mientras recogíamos cadáveres se escuchaban aún los teléfonos de los muertos. Esto sí es duro, sientes mucha rabia. 

¿Su entierro más triste? 

Siempre que hay un niño, o cuando no se pueden identificar.

¿Qué opina del turismo funerario? 

La historia y la cultura de un pueblo está reflejada en los cementerios. 

Dicen que en su oficio se ve la vida y la muerte de manera diferente. 

Ningún enterrador tiene miedo a la muerte, es algo natural. Vemos y vivimos la vida más. Sin duda, es una profesión que no muere. También un trabajo muy desagradable en el que se pasan muchas calamidades psicológicas y físicas, por eso debe pagarse bien, algo que ya se hace. 

Cómo le gustaría su entierro? 

Lo más sencillo posible, y una copa de vino al final. Tengo sepultura en Madrid pero no descarto que me incineren y que esparzan mis cenizas donde más he disfrutado, en los cotos donde disfruto del tiempo libre. 

¿Algún epitafio que recuerde? 

Recuerdo el de una hija a su padre. Decía: casi todo es una mierda, menos tú. Hubo que obligarla a quitarlo. Ni Franco ni José Antonio tienen epitafio en sus tumbas. 

¿Cuál le gustaría que rezase en su tumba? 

No quiero ningún epitafio. Me sobra con que ponga mi nombre.