La vocación de una niña hecha realidad

Sergio Jiménez
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Asun Sánchez-Morate González de Vega es la propietaria del Centro Infantil Traviesos, ubicado en el Barrio de la Universidad, donde forma y educa a 26 niños y niñas de entre 1 y 3 años

La vocación de una niña hecha realidad - Foto: DAVID CASTRO

Qué bonito es cumplir sueños y que una vocación de toda la vida se acabe convirtiendo en tu profesión. Es lo que le ocurrió a Asun Sánchez-Morate González de Vega, propietaria del Centro Infantil Traviesos (Avenida de los Derechos Humanos, 82-4) del Barrio de la Universidad, que ha podido cumplir su sueño de ser maestra de infantil. «Cuando era pequeña, en el patio del colegio no jugaba, me iba a cuidar a los niños y niñas de infantil», recuerda Asun. Y su ilusión se hizo realidad en agosto de 2014, cuando pudo inaugurar su centro infantil. Sin embargo, antes ya estuvo trabajando con los peques en el comedor de un centro escolar de la ciudad, donde también cubría algunas bajas. Pero la dificultad para poder establecerse en la plantilla le impulsó a abrir su propio negocio, un paso que dio con el apoyo de toda su familia. «El 25 de agosto de 2014 abrimos para que entrase quien quisiera conocernos y, a pesar del miedo, era muy emocionante imaginarme el local lleno de niños», rememora. 

Junto a Asun hay dos trabajadoras más para atender a los 26 niños y niñas, de entre 1 y 3 años, que tienen a su cargo (de cara al próximo curso, el centro continuará subvencionado por la Junta y podrá acoger a bebés de 0 a 1 año). Pese a lo que pudiera parecer, para ella «es genial trabajar con niños tan pequeños. Para ellos esto es un entorno que conocen y dominan perfectamente. Saben cuáles son las normas y no dan ningún problema». Lo más complejo es el lógico periodo de adaptación que, desde que el centro está subvencionado por la Consejería de Educación, es algo más costoso, puesto que todos entran a la vez en septiembre, igual que en los colegios. Lo mismo ocurre con la rutina diaria, a la que acaban amoldándose los peques con facilidad. «Los niños, cuando se les despierta el interés, se acaban adaptando a las situaciones del centro y abandonan los hábitos adquiridos», explica Asun.

Para instaurar una formación lo más completa posible, en  el Centro Infantil Traviesos se realizan actividades complementarias, dirigidas a los padres de los jovencísimos alumnos, para una mejor educación de sus hijos. «Tenemos un asesoramiento pedagógico para los padres a través de una psicóloga y, por ejemplo, hacemos charlas con la Policía Nacional para explicar los riesgos de Internet. Además, organizamos un taller de inglés para que los niños se familiaricen con el idioma», comenta Asun. Unas actividades propias de un centro educativo infantil, como ya lo considera la Junta, cuyas ayudas son muy provechosas para los progenitores de niños del primer ciclo de infanil. Su nueva condición provocó que Asun realizara una reforma en profundidad del establecimiento para adecuarse a los nuevos requisitos. Traviesos es uno de los múltiples centros infantiles de la ciudad que, a pesar de la falta de niños, sobrevive en Ávila. Y que está a punto de cumplir una década en la que ha superado momentos tan duros como el Covid («La pandemia fue muy difícil. Cerramos con el centro completo y cuando volvimos solo teníamos seis niños»). Pasado aquel sobresalto, Asun y sus trabajadoras continúan cada día formando a las generaciones del futuro cargadas de ilusión y alegría por una profesión que les apasiona.